En la clase del pasado lunes hablamos de un autor prerromántico alemán, J. W. Goethe, cuyo Werther tuvo un gran impacto en la Europa de fines del siglo XVIII y que, además de su repercusión literaria, provocó una ola de suicidios a imitación del joven protagonista.
Y, hablando de prerrománticos y de suicidios, no podemos olvidar a un jovencísimo escritor: Chatterton, el escritor niño que cultivó tantos géneros y fue capaz de engañar a los entendidos con obras escritas en algo semejante al inglés medieval, firmadas por un imaginario fraile del s. XV de nombre Rowley. En la próxima clase hablaremos de su extraordinaria vida.
Aquí os dejo el famoso cuadro que representa su cadáver, pintado por el prerrafaelita Henry Wallis:
Por cierto, el tan traído y llevado suicidio de Chatterton, considerado como un gesto romántico donde los haya, parece que no fue tal: hoy en día muchos defienden la idea de una muerte accidental al consumir más dosis de arsénico de la prescrita para curarse de una molesta afección.
La vida y obra extraordinarias de Chatterton inspiraron a muchos escritores, desde el romántico francés Alfred de Vigny (1797-1863), hasta la joven poeta española Elena Medel, uno de cuyos bellísimos poemas (el dedicado, precisamente, a Thomas Chatterton) podéis leer a continuación:
Mentí durante diecisiete años. Mentí después
en todos mis poemas. He mentido durante los diez
años siguientes. Acércate, soy
como tú. Escucha cómo late mi corazón
perverso: mudanzas en platitos
de papilla de mamá. Aliméntame,
compréndeme, yo vestía unas ropas que nunca fueron mías,
yo escribía en un idioma ajeno, pequeña, tonta,
qué mal memoricé: con mis poemas levanté un imperio.
Pero todo acabó. ¿Quién soy ahora?
Engañaste durante diecisiete años; antes de los míos
comencé yo a mentir. Un abanico con telas del Oriente
para mi hermana. Para mi madre araña compraré moldes de costura.
Tabaco que recubra los pulmones de mi padre. ¿Quién soy realmente
ahora? He soñado contigo algunas noches.
Te prometo que si salgo visitaré tu tumba. Ahora sí que
no miento. Ahora sí que no.
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